Opinión: Sororidad hermandad entre mujeres

Licda, Marlene Ramírez, Periodista

Desdichadamente, cuando hablamos de las mujeres, lo primero que debemos mencionar son las luchas que a través de los siglos, ha tenido que dar por sus derechos en todos los aspectos humanos. Y desgraciadamente, aunque los siglos avancen, la ciencia, la tecnología y todo lo que deba crecer crezca, para la mujer siempre habrá desigualdad y una suela gigante llamada patriarcado que le dobla la espalda.

Desde que a las mujeres nos quitaron el arado, pues fuimos quienes desarrollamos la agricultura, para dar sustento a los hijos y establecerse en un solo lugar, formando de esa manera una sociedad en común, la historia cambio para mal.

El hombre tomo posesión de las tierras, crearon limites, hicieron la guerra con sus iguales y tomaron a la mujer como ganado, paridoras de hijos, cuidadora de animales, de ancianos, de enfermos, de niños propios y ajenos. La mujer pasó a ser menos que un mueble, ya que no tenía valor monetario alguno. De esa forma y por los siglos de los siglos, la mujer ha sido posesión del hombre para violarla, gritarle, vapulearla, quemar su cuerpo o cortarla en pedacitos según su antojo, poseerla tanto como esposa, hija, nieta, sobrina o vecina.

La mujer desde su génesis, ha sido acusada de ofrecer una manzana inexistente, creada por diferentes religiones patriarcales, para que las féminas vivan una vida de culpabilidades forzadas, pecados no cometidos y sumisiones absurdas, mientras los hombres, despliegan sus egos regodeándose de su poder.

Existe una comedia de Aristófanes, famoso comediógrafo de la Grecia Clásica. El autor protestó con frecuencia contra la guerra. En sus obras Lisístrata, Los acarnienses y La paz, defendió las soluciones pacíficas contra los demagogos que impulsaban al pueblo a la guerra. En Lisístrata plantea la huelga sexual de las mujeres. En la obra las mujeres se negaban a tener sexo con los políticos, soldados y parejas hasta que no termine la guerra.

Para contar historias tenemos rato y tendría que hacerlo sin respirar, estimados lectores y lectoras, pues es por todos y todas conocidas las batallas que han librado nuestras ancestras por la libertad, hasta dentro de su propia casa, libertad al libre tránsito por la calle, derecho a usar pantalones, a dejar de taparse la cara, a escribir, leer, votar, comprar una casa, casarse o quedarse soltera, trabajar y tener un sueldo igualitario, derecho a tener tiempo libre con sus amigas, a no ser acosada por sus jefes o presidentes, a tener seguro social, a la pensión, a heredar, a vestir como quiera, a ser tomada en cuenta tanto si es negra, blanca, indígena, china, afrodescendiente, discapacitada, pequeña, enana, grande, con pelo largo o corto, letrada o iletrada, adulta, anciana, niña, joven, ingeniera doméstica, flaca, gorda, bonita , fea, hasta para enfermarse es necesario tener derecho. Así es, pero una no decide tener o sufrir una condición especial para optar por ejercer un derecho humano, como es el derecho a abortar por condiciones fuera de nuestro alcance, el aborto terapéutico, por ejemplo, ha sido y es, a lo ancho y largo del mundo una discusión, entre hombres, quienes deciden si una mujer vive o muere, mientras dentro de su vientre yace un feto sin vida, tener que parir a un hijo muerto, es un asunto que no se puede, ni debe, tomar en broma. En Costa Rica existe el artículo 121 del Código Penal el cual indica: “No es punible el aborto practicado con consentimiento de la mujer por un médico o por una obstétrica autorizada, cuando no hubiere sido posible la intervención del primero, si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y éste no ha podido ser evitado por otros medios”. De esta forma, nuestro Estado de Derecho, salvaguarda la vida de las mujeres en estas condiciones. Una ley que tiene años de estar en la palestra.

Mucha cantidad de agua ha pasado debajo del puente. El 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, se originó en 1909 donde se conmemoraban los logros de las mujeres, en Europa y Estados Unidos, se logró el derecho a votar, a mejorar las condiciones de trabajo.

Años más tarde la fecha se fijó para conmemorar la muerte de las 123 mujeres trabajadoras en el incendio de la fábrica Triangle en Nueva York en 1911. Las víctimas, la mayoría migrantes y pobres, perdieron sus vidas porque los dueños de la fábrica cerraron las puertas con llave para prevenir robos.

Miles y miles de mujeres han fallecido para que nosotras en la actualidad gocemos de muchas libertades, pero el flagelo continúa a pesar nuestro y seguimos contando victimas alrededor del mundo y dentro de nuestras fronteras:

En el año 2018 veintiuna mujeres fueron asesinadas por su pareja, expareja o un hombre conocido. Las llamadas al 911 por violencia doméstica contra la mujer llegaron a 51.000. Las llamadas aumentan durante los partidos de fútbol y los feriados.

Es por todo lo expresado anteriormente, que las mujeres debemos seguir luchando, dentro y fuera de los hogares, por nuestro derechos, hasta lograr una verdadera igualdad, para nosotras y nuestras futuras generaciones, todavía queda mucho camino por recorrer, debemos ser incansables luchadoras por la paz, por recuperar los valores, por obtener puestos de poder donde despleguemos nuestro amor por la transparencia, las buenas costumbres, el compromiso verdadero a favor de la sociedad paritaria, un compromiso a favor de leyes que favorezcan a las mujeres para tener un nivel de vida digno, debemos empoderarnos una a otras y la palabra sororidad lo expresa claramente, “ser hermanas”, pues es lo que el mundo y la patria necesita, crear una hermandad entre mujeres.

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