Víctor Corcoba Herrero/ Escritor |
En cualquier caso, a los sembradores de cizaña por las redes sociales, yo les diría, que la siembra del terror no corrige nada el mal, lo que hace es derrotarnos y degradarnos como seres pensantes. No seamos antisociales, sino gentes con otro espíritu más humano. Tampoco deformemos la realidad y fomentemos revueltas que nos restan libertad y nos apartan de esa atmósfera racional que da subsistencia al diálogo. Opongámonos por principio a toda contienda. Las cosas no se resuelven así, sino con otro entusiasmo que nos dignifique a los de un lado y otro. Incrementando la lucha todo el mundo perdemos. Se destruyen bienes que son colectivos, en vez de construir espacios de coloquio, que nos afanen en restablecer los derechos humanos. Utilizar el uso excesivo de la fuerza acaba por torturarnos universalmente. Sin embargo, considero vital la importancia de la mediación en conflictos, para que los gobiernos, cuando menos protejan a las personas, contra actos fanáticos. Quizás, la ciudadanía en su conjunto, deba escuchar las protestas; pero los violentos, esa misma ciudadanía, tiene que aislarlos. Es una contradicción entre lo que se dice y se hace. Por medios pacíficos se puede y se debe reivindicar, ya sea cada cual consigo o en masa. Además, las diferentes representaciones del mundo, han de asegurar la integridad de las personas que protestan.
Lo importante de esa vitalista aurora, que uno por uno nos merecemos, consiste en desactivar tensiones, en ser más cooperantes y colaboradores, ajustándonos a las circunstancias de cada país, pues lo transcendente es el capital humano más allá de cualquier frontera o frente. Indudablemente, son los esfuerzos conjuntos, los que han logrado y seguirán haciéndolo, que todas las personas puedan crecer humanamente. A propósito, siempre he admirado el compromiso de aquellos seres humanos, dispuestos a tender su mano, a consensuar posturas desde el enriquecimiento de la diversidad, sabiendo que nada es imposible, que el cambio es imparable, y que únicamente entre todos los moradores es cómo podemos construir un entorno más justo, fortaleciendo esa innata conexión moral entre las políticas y las personas. Por cierto, los líderes democráticos suelen reafirmarse en la participación política, en ese espacio cívico de diálogo social que personalmente reivindico a todas horas; aunque a veces, esas idénticas gobernaciones, establecen una brecha entre lo que se dice y lo que se aplica. Tal vez sea un buen momento, dada la cantidad de hostilidades que nos abordan y no se resuelven, de instarles a que no queden impunes las injusticias, puesto que reducen horizontes de quietud y nos hacen perder la confianza en las instituciones. La fortaleza de la sociedad civil, apiñada alrededor del estado de Derecho, con liderazgos éticos, siempre va a caminar por sí misma, porque lleva consigo la voz de la ciudadanía, permitiéndole participar en sus avances, en la creación de ese fraterno mundo que por propia naturaleza deseamos, sin exclusiones y con ademán tolerante.
*Víctor Corcoba Herrero/ Escritor. corcoba@telefonica.net
0 Comentarios
Queremos ver tus comentarios, estos nos enriquecen y ayudan a mejorar nuestras publicaciones :
_______________________________________________