Por Silvia Lucchetti
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Cada vez que mi madre ve a Paolo Rossi en la televisión nos cuenta un episodio cómico que sucedió en casa durante el Mundial de España del1982.
Como recordarán (yo no, porque nacà cinco años después y no me apasiona el fútbol) los primeros partidos de la selección nacional fueron un desastre y por eso mi abuelo arremetÃa constantemente contra Rossi diciendo con cierta rabia: "¡¡¡ A la cárcel !!!".
Obviamente se referÃa a la historia que en aquel momento lo habÃa visto implicado en el escándalo de las apuestas de fútbol. Pero todo cambió de repente después de las primeras victorias y los innumerables goles marcados por el campeón: "¡¡Rossi, eres un dios !!!» Mi abuela respondió enojada: “Pusiste a Dios en medio por un juego y hasta hace poco lo querÃas en la cárcel. ¡Estás loco!".
Y sÃ, es verdad, mi abuelo era un poco loco, pero sobre todo era un fanático y se sabe, los fanáticos pueden ser groseros, demasiado impulsivo, impacientes y apresurados en sus juicios. Para ellos no es solo un juego, ¡es pasión!
El número de la revista Credere contiene una hermosa entrevista con la leyenda del fútbol italiano firmada por Francesca D’Angelo. Nacido en 1956, casado con la periodista Federica Cappelletti y padre de tres hijos, habló de su fe católica, sus metas profesionales y aquellas de la vida privada, mucho más preciosas.
¿La fe? ¡Mi refugio seguro!
A pesar de una increÃble carrera de verdadero campeón, "Pablito" logró no perder el rumbo y no dejarse abrumar por el éxito. Fe y familia le permitieron permanecer con los pies detrás de la pelota pero bien anclado a tierra.
La educación que recibà fue decisiva, al igual que mi fe y mi familia, que fueron siempre un refugio seguro. Además, siempre estuve convencido de que el éxito es algo efÃmero. Eso sÃ, logré resultados importantes, estuve muy satisfecho con mi trabajo y gané todo lo que pude ganar, pero al final siempre encontraba mucha más satisfacción en salir con mis amigos, en tener una buena relación con mi familia y con esposa. Estas son las cosas firmes y sólidas que se mantienen en el tiempo: esta es la verdadera felicidad. El éxito y la fama son cosas bellas que explotan ruidosamente y mueren con la misma rapidez. El camino que te lleva a la felicidad es otro y es cotidiano…
No acepto trabajos que me alejen demasiado de mi familia
Negar la importancia del trabajo es una tonterÃa, pero serÃa aún más grave considerar el éxito como la clave de la felicidad.
(…) El trabajo debe estar ahÃ, es una parte importante de la vida y hace crecer a las personas de muchas formas, pero no deberÃa absorber a las personas por completo. Debemos intentar buscar un equilibrio entre la vida privada y la carrera profesional porque los afectos son fundamentales: cuando llego a casa y mi hija me sonrÃe, o me cuenta una anécdota divertida, siento una alegrÃa indescriptible. Son por estas cosas, de mi decisión de no aceptar trabajos que me alejarÃan, quizás durante años, de mis seres queridos. (Credere)
De pequeño fui monaguillo y pensé en ser sacerdote
Paolo Rossi fue el monaguillo de su parroquia y, como ocurre con muchos futbolistas, su talento para el fútbol se manifestó allà mismo cuando tenÃa 10 años. La iglesia fue como su segundo hogar y los sacerdotes figuras fundamentales en su educación, tanto es asà que en un momento pensó en tomar los votos.
Desde muy joven frecuenté la iglesia: fui monaguillo en mi pueblo, Santa LucÃa, localidad de Prato, y la parroquia era el principal lugar de reunión. ¿CreerÃas que descubrà la pasión por el fútbol ahà mismo: a los 10 años. Jugaba en el equipo que organizó Don Sandro? De hecho, crecà entre los sacerdotes y era casi natural tener la curiosidad de saber cómo era un seminario: qué hacÃan, cómo eran las jornadas. No tenÃa vocación al sacerdocio pero quise tener una pequeña experiencia, digámoslo asÃ, dictada por la simpatÃa que sentÃa hacia ese mundo. Es asà que estuve en seminario durante una semana, pero rápidamente me di cuenta de que no era lo mÃo.
La fe me ayuda en los momentos difÃciles y me da la certeza de que la muerte no es el final
Crecido a base de pan y oratorios, Rossi supo formar su fe, gancho sólido en tiempos difÃciles que le dio una certeza: la muerte no es la última palabra.
La mÃa fue una generación en la que los valores cristianos eran todavÃa muy importantes: eran una parte integral de nuestra cultura y permeaban nuestro comportamiento. Personalmente, la fe me ha ayudado mucho, especialmente en momentos de dificultad. No soy un "fanático" pero creo firmemente que estamos solo de paso por esta Tierra y que no todo acaba después de la muerte. Entre otras cosas, desde el punto de vista futbolÃstico, jugué durante cuatro años en Florencia, en un equipo que se llamaba Cattolica Virtus della Comunità giovanile San Michele: era una realidad competitiva muy valorada a nivel regional, dirigida por dos sacerdotes. Uno de ellos era el padre Ajmo Petracchi y con él permanecà en contacto hasta que murió en 2001. (Credere)
La relación con Don Ajmo
El campeón tuvo un precioso vÃnculo epistolar con Don Ajmo, y el cura le enviaba libros para profundizar en su espiritualidad:
(…) Por ejemplo los poemas de Rabindranath Tagore. Aún hoy recuerdo con mucho cariño los años que pasé en la Comunidad Juvenil de San Miguel: allà crecà no solo desde el punto de vista técnico, sino también desde el punto de vista humano. Siempre me ha gustado el ambiente que se respiraba en ese equipo…
¿El fútbol hoy? Me temo que ni siquiera hay tiempo para forjar lazos fuertes
El mundo del fútbol ha cambiado profundamente desde la década de los noventa. La mÃa, probablemente, fue la generación que "rompió el hielo": después, las empresas se lanzaron al negocio del fútbol y el campeón se convirtió en el rico y famoso. Sinceramente, no los envidio: probablemente nosotros habremos ganamos menos, pero vivÃamos en una época en la que el fútbol todavÃa tenÃa algo de romántico y era bien entendido a nivel de amistad. Con muchos jugadores me he mantenido muy unido porque, jugando juntos, nos hemos hecho muy amigos. Hoy es más difÃcil que esto suceda, también debido a los frecuentes cambios de equipo. Me temo que ni siquiera hay tiempo para forjar vÃnculos fuertes. (Credere)
Esos fuertes lazos que siguen siendo el mejor gol de una carrera bajo los reflectores, porque Paolo Rossi su corazón lo puso en los botines pero sobre todo en la vida.
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