Por Juan Felipe Santander Ruggeri
Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Saber que tienes CORONAVIRUS te impacienta, te pone nervioso completamente, por eso la gente se muere rápidamente. Los que estaban a mí lado, varios murieron, he visto cuando les ponían a varias personas el huele negro y ya le llevaban directo para el cementerio. Mi caso era más fuerte que todos porque mi enfermedad de base era neumonía bilateral que tenía ya de 26 años sin tratar.
Mi caso ya era una situación perdida. Pero luché y he sentido el acompañamiento de Dios, la oración en todo el Paraguay, específicamente en las dos asociaciones pastorales, (yo estoy como presidente en la Asociación de ministros evangélicos del Paraguay, pero en la otra la más antigua soy socio fundador).
En realidad, le dije a mi esposa “por primera vez me sentí al lado del infierno”. Por todo lo que puede pasar en ese momento cuando te dan la noticia de que tienes CORONAVIRUS tanto en la mente, como en el corazón. En la mente, porque no puedes conciliar el sueño en los primeros cuatro días porque mentalmente te viene mucha locura, muchas cosas que impide que pueda conciliar el sueño.
Yo realmente me fui como último caso al hospital porque tuve 8 días en casa esperando que me pudiera mejorar, cada vez estaba peor y cuando una enfermera vino a ver cómo estaba mi respiración ya nos dijo que “estaba en el último punto”, que de esa noche no pasaba si no iba al hospital porque podría fallar el corazón.
Entré en el hospital en el último estado donde para los profesionales médicos ya eran irreversible porque entré con el CORAVIRUS y con una enfermedad de base muy fuerte. Esa enfermedad de base la tengo hace tiempo, nunca me dispuse a curarme plenamente. Entonces, yo sabía de mi enfermedad. Que en mi mano estaba curarme de hacer la prevención, pero nunca lo hice. No era la culpa de Dios mi descuido de salud.
Esa enfermedad de base estaba por culpa mía en mi cuerpo porque nunca me atendí para que me fuera a sanar bien a pesar de que por mucho tiempo tenía mi seguro médico, a pesar de ello no me importaba tanto y entonces se me fue agravando mi enfermedad de base cuando tuve la noticia de que el CORONAVIRUS evadió mi cuerpo yo supe que yo fui el que no hice el paso correspondiente por lo que nunca le culpe a Dios.
Eso sí le pedí a Dios mucha ayuda porque yo estaba en un cuarto pequeño acostado diez días boca para abajo sin poder respirar bien y sabía que en cualquier tiempo podía ir a la eternidad.
En ese tiempo, yo no sabía que estaba en el último caso, porque yo estaba encerrado en cuatro, afuera sabían todos los médicos y mi familia. Ellos si sabían todo, pero nunca me lo dijeron. En ese cuarto yo estaba luchando bastante fuerte allí. En una de esas entró un pastor para orar por mí, me dijo “vos tienes que luchar, tranquilízate y lucha y vas a vencer”, así que yo me tranquilice.
Todo Paraguay se puso a orar, a ser vigilia, amaneciendo en las iglesias, realizando ayuno por mí y yo he sentido esa oración, a parte que me llamaban gente, mis amigos de Alemania, Corea, España y de México. Es decir, aunque no supieron todos lo que pasaba, muchos supieron, estaban orando y yo he sentido esa oración. Ese acompañamiento de parte de Dios a través de la oración. Eso me fortalecía.
Sé que Jehová Dios fue el sanador de mi cuerpo, porque dos médicos así lo dictaminaron y una de doctorada le dijo a mi señora porque se le escapó que mi caso era irreversible, “que me iban a entubar pero que ya no volvía”. Yo tenía que llevar por lo menos a 90, pero mi respiración era solamente de 80. Así empecé con 80 y después con 85. Pero en medio de la lucha que sostenía mi cuerpo, he sentido que Dios estaba conmigo. He sentido la respuesta de Dios.
Además, los doctores se pusieron en campaña para curarme, fueron cambiando los medicamentos y al cambiar uno de los medicamentos mejoré bastante y otro de los medicamentos que me pusieron que ayudaron a que mi respiración pudiera llegar a noventa, así poco a poco se fue subiendo mi respiración para decir que ya me sentía mejor.
Pero al no entubarme, tenía que entrar en alto flujo, que era muy caro. En Paraguay se mueren a montones porque no tienen dinero, para pagar principalmente el alto flujo que era muy caro y Dios hizo un milagro porque no tenía la plata. Dios hizo un milagro para hacer aparecer el alto flujo con eso levanté mi respiración, con eso mejoré y me levanté.
Presencia de Dios
Tenía la presencia de Dios la seguridad, de que cuando uno muere se va con el Señor, pero cuando nos quedamos porque deseamos quedarnos más el compromiso de serle fiel, de servirle al Señor todo el tiempo, toda nuestra vida es lo mejor. Tomando en cuenta que una vez que nos vamos amaneceremos o despertaremos en el cielo, es lo único que vale. Me ha mostrado Dios que lo único que vale en la tierra es eso, nuestra salvación.
En todo el momento pude sentir, logré entender, puede ver de parte de Dios y es lo que voy a predicar, hablar que lo más importante es serle fiel al Señor y servirle. Ese fue el sentimiento que tuve cuando yo estaba adentro y afuera la gente toda la noticia que daban sobre mí era que yo “ya no volvía, que era irreversible”.
Cuando llegué a casa empecé a saber a escuchar los mensajes y mi experiencia fue tremenda. Estaba partiendo, pero el Señor no permitió. Aquí me tienen todavía para desde mi casa compartir contigo hasta Costa Rica este testimonio.
Mi fe
Con más conocimiento en algunos casos de las cosas divinas y de la fe, sigo con esa visión inalterable que tuve y mantuve desde un principio solamente conociendo un poco mejor la realidad, porque a veces nosotros decimos que tenemos fe, pero como dice el Apóstol Pablo “ahora veo como un espejo sucio, como un espejo oscuro y después veremos como un espejo limpio. Pero ahora que vemos como un espejo oscuro, a veces no entendemos también las cosas, parece que vemos nuestra sombra no más”.
Pero en ese momento yo estaba viendo claramente todo muy apropiado las cosas espirituales, eternas, las situaciones de Dios. Lo he visto muy bien, entendido mejor ahorra están claras las situaciones, aunque no lo vemos muy bien a Dios o a Jesucristo, tenemos que creer su Palabra porque todo se cumple como está escrito en la Biblia y nos preparamos nosotros para la vida eterna que es lo importante.
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