Timoteo 4:8: “Pues, aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no solo para la vida presente, sino también para la venidera”.
Por Gilberto G. Rugama Rodríguez
Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Desafiando a la muerte. Hombres y mujeres de bata blanca, verde y azul, asumen el rol de salvar vidas con visión y misión placentera. Exponen sus vidas para salvar a otras personas ante el peligro de la muerte con decisión, sin distingo, con esmero y en primera línea somera.
Sus colores más tradicionales; blanco, verde y azul simbolizan la noble labor de técnicos y profesionales de la sanidad. Son los colores principales que representan al personal de la salud en sus diferentes dimensiones con puntualidad.
El color blanco es el símbolo de paz, pureza, limpieza e higiene sanitaria. El color verde transmite serenidad, relajación y ayuda a disminuir el agotamiento visual en el aria. El color azul es sinónimo de tranquilidad, relax, seguridad y confianza diaria.
Son los colores principales de hombres y mujeres con principios éticos, piadosos, valores morales, valientes con vocación y humanismo. Ellos y ellas exponen la vida ante el peligro de la muerte ayudando a víctimas de la violencia, de accidentes, enfermedades y pandemias con altruismo.
Honrando el juramento hipocrático trabajan de la mano de Dios con empeño, sabiduría y decisión para salvar vidas durante el día y la noche. No importa el estatus social, su misión es salvar la vida de las personas sin distingo ni reproche.
Durante su vida hay momentos de felicidad y satisfacción al cumplir la meta de salvar la vida de sus pacientes vigentes. Hay momentos de tristeza al no poder salvar la vida de sus pacientes que ven partir del mundo terrenal con melancolía presente.
La muerte deambula silenciosamente, busca a quien llevarse en el camino, clínicos y hospitalarios la confrontan con valentía de noche y de día. La parca está siempre al asecho para quitar vidas en cualquier momento en sus diferentes formas de muerte durante su ida y venida.
Hombres y mujeres de bata blanca, verde y azul se angustian y sienten miedo, dolor, desesperación y tristeza ante el impacto de la muerte. Por su naturaleza están siempre en el filo de la parca expuestos al peligro y al contagio de enfermedades y pandemias circulantes a su suerte.
Médicos, enfermeras, laboratoristas, anestesistas y personal de apoyo de los centros asistenciales están al asecho de la parca. La muerte se desplaza en silencio por todos lados y a cualquier hora del día y de la noche sin descanso por ciudades, caminos, pueblos y comarcas.
La muerte quirina no distingue clase social; ricos, poderosos, famosos y podres se mueren de cualquier forma, a cualquier hora, fecha y lugar. La muerte es lo único seguro que se tiene en la vida terrenal, cuando llega efectivamente la parca no hay manera de ella escapar.
Hombres y mujeres de bata blanca, verde y azul se sienten mal e impotente al no poder evitar a la muerte cuando llega de verdad. No es por falta de conocimiento, dedicación y esmero, es porque la parca ha llegado con todo y no hay forma de frenarla ante la cruel realidad.
Hombres y mujeres de bata blanca, verde y azul con decoro, vocación y dignidad, épicos de la sociedad sin declinar. Durante el día y la noche luchan con esmero y dedicación para salvar vidas hasta el final de la existencia física terrenal en todo su andar.
La parca es un ser indivisible cósmico invisible que no perdona a nadie provocando de cualquier manera la muerte. La profecía se cumple al pie de la letra, el que nace muere, no hay nada ni nadie que le salve cuando llega definitivamente. Todo ser vivo corre la misma suerte.
Clínicos y hospitalarios, ángeles vivientes conscientes al servicio de la sociedad enfrentan a la parca en todas sus dimensiones de muerte. Bendiciones, clínicos y hospitalarios honorables miembros dignos de la sociedad que día y noche enfrentan y se exponen a la muerte.
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