LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Alberto Cabezas). - “El contexto socioeducativo costarricense arroja una serie de problemĆ”ticas alarmantes en uno de los pocos sectores que promueven la movilidad social y garantizan un principio de equidad al menos en el Ć”mbito de convivencia cultural y del Estado social de derecho. Hablo desde los zapatos de un educador que pone el cuerpo en las aulas, asumiendo la carga administrativa (de planeamientos, adecuaciones, redacciĆ³n de circulares, evaluaciones, listas y un largo etc.) y de manejo de cientos de estudiantes que se reencuentran tras un aƱo y medio del encierro pandĆ©mico”, puntualizĆ³ Dylan ZĆŗƱiga Villalobos, docente de Estudios Sociales y EducaciĆ³n CĆvica, asimismo Estudiante de GeografĆa.
“TambiĆ©n reflexionĆ³ como parte de esos 15.600 funcionarios de la autoridad educativa con problemas en sus pagos quincenales, que son el resultado del daƱo colateral ocasionado por los ajustes de la “reforma del Estado” que procuran el “equilibrio fiscal”, causando las severas crisis de planillas ocasionadas dentro de la autoridad ministerial”, mencionĆ³.
AgregĆ³ “un simple y mortal docente acostumbrado a los sinfines de diagnĆ³sticos sobre “el apagĆ³n educativo”, las “crisis de evaluaciĆ³n de contenidos, competencias y habilidades” y de la “formalizaciĆ³n y profesionalizaciĆ³n docente” ¿QuĆ© mĆ”s tendrĆa que agregar a este menjunje de problemas estructurales que parece ser la educaciĆ³n secundaria costarricense, y mĆ”s aĆŗn, en territorios tan complejos y cada vez mĆ”s desprovistos de la presencia institucional del Estado, como lo son las costas? Para preguntas como Ć©stas siempre habrĆ” respuestas didĆ”cticas”.
Con este docente conversĆ³ el PeriĆ³dico La Voz de Goicoechea.
¿Como docente como hace para organizarse en el desorden que sostiene el Ministerio de EducaciĆ³n en sus cambios radicales cada cambio de gobierno y poco aterrizaje en la realidad nacional en sus textos de libros?
Mientras en mi cabeza rondan esas dificultades propias del quehacer docente, en clases, estudiantes de decimo y undĆ©cimo nivel aterrizan los contenidos que imparto en una sencilla frase: “profe y por quĆ© no pensamos mĆ”s en nuestros problemas cotidianos y nos explica cosas que nos van a afectar hoy o maƱana” … respondo ¿QuĆ© les preocupa mĆ”s? ¡¡¡Responden … diay eso de la ley de trabajar 12 horas se imagina la bretiada en hoteles y turismo… que no hay plata para pensiones… que mi tata que bretea en palma africana tiene problemas con el seguro… profe acĆ” no hay trabajo… profe acĆ” sĆ³lo el narco es salida… y la inseguridad … profe todo estĆ” caro… no tengo plata para el alquiler… profe… profe!!! y las clases surgieron solas…
Contenidos como los efectos de los programas de ajuste estructural y el proceso de liberalizaciĆ³n con los tratados de libre comercio (1982-2010) o las crisis del modelo agroexportador y del Estado Liberal (1914-1940) cobraron vida, cuerpo, sudor y calor de debate en el mutuo entendimiento. ¿Por quĆ© rescato estos elementos? Parece que la respuesta surgiĆ³ del recuerdo y la memoria de las premisas bĆ”sicas diseƱadas por los Educadores Populares Costarricenses de antaƱo como JoaquĆn GarcĆa Monge, Omar Dengo, Carmen Lyra, Esther de Merzeville, Ana Rosa ChacĆ³n, Lilia GonzĆ”lez: vinculemos la docencia y el aprendizaje con la realidad nacional.
Ese breve espacio de reflexiĆ³n en el aula dio lugar a comentarios como: “profe, es lo mĆ”s productivo y de lo que mĆ”s he aprendido en lo que llevamos del aƱo”.
¿Considera que el contenido de la educaciĆ³n costarricense se puede brindar como un todo para las 7 provincias o es necesario adaptarla para cada zona geogrĆ”fica?
…En esa lĆnea, quĆ© aprendizajes surgen de las mĆŗltiples problemĆ”ticas experimentados por estudiantes y docentes en territorios costeros situĆ”ndolas en sus coordenadas histĆ³ricas y geogrĆ”ficas, donde por cuestiones climĆ”ticas experimentamos inundaciones, cierres de vĆas por derrumbes o caĆdas de puentes y una larga lista de dificultades que se suman a las problemĆ”ticas estructurales citadas atrĆ”s.
La respuesta que emerge es una pedagogĆa centrada en la solidaridad y la confianza interpersonal, en lo que Paulo Freire denominĆ³ la pedagogĆa de la esperanza, en la que la “solidaridad supera los lĆmites de la curiosidad intelectual”… y donde la educaciĆ³n convive “con la dureza de los sectores discriminados de la sociedad”, que en casos como el nuestro todavĆa moviliza tanto a estudiantes, docentes y administrativos a presentarse en los centros educativos en medio de las adversidades histĆ³ricas del contexto social y geogrĆ”ficas relacionados con las circunstancias ambientales propiciadas por el cambio climĆ”tico.
Esta reflexiĆ³n tambiĆ©n anima a que los docentes retomemos esa experiencia histĆ³rica de los actores educativos, es decir, nuestros educadores de antaƱo, la situaciĆ³n concreta de los estudiantes junto con sus saberes de experiencia y nuestro bagaje intelectual para abrir espacios de reflexiĆ³n. Todo esto dirigida en tres lĆneas: La primera, plantearnos crĆticamente nuestras condiciones laborales dentro del gremio de educadores y los liderazgos internos del sector.
La segunda, reflexionar sobre el rol polĆtico de la educaciĆ³n retomando que somos actores vivos dentro de la sociedad, recordando que “el Estado impone, se le acepta, pero tambiĆ©n se le resiste”.
La tercera, brindar una respuesta didĆ”ctica en las aulas, pues parece que las condiciones materiales y la situaciĆ³n social aplasta nuestras capacidades de vincular lo que enseƱamos con las circunstancias de vida del alumnado, con su capacidad de razonar y reflexionar acerca de su propio mundo.
En resumen, es necesario recordar que las aulas son un espejo de las circunstancias sociales en las que desarrollamos nuestras prĆ”cticas educativas, y que, a pesar del amargo sabor de boca que suscita la paralizaciĆ³n de la inversiĆ³n del anhelado 8% del PIB en EducaciĆ³n, que parece una quimera en este contexto de ajuste fiscal; el rol de las personas educadoras en las aulas siempre abrirĆ” espacios de compromiso con la idea la movilidad social y las garantĆas de lo que queda del estado social, como una forma de desmontar a la idea de la Costa Rica como una democracia de las razones dĆ©biles.
AdemĆ”s, sus experiencias de superaciĆ³n de adversidades por medio de la solidaridad y el acompaƱamiento mutuo, nos ayuda a volver a tejer lazos de sociabilidad deshilachados por las crisis como el de la pandemia, la inflaciĆ³n, los precios de los combustibles y la devaluaciĆ³n de la moneda en los espacios socioeducativos, bajo la consigna de que la educaciĆ³n aĆŗn es mecanismo de movilidad social.
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