El primer golpe para Milly fue tempranero. Parecía el preámbulo a una vida dificultosa a la que debía prepararse a toda costa. Dos años después de haber abandonado la iglesia católica de Pavas con el corazón compungido (por un funeral inesperado) regresaba sonriente y triunfante resplandeciendo en un sublime traje níveo…A muchos años el sueño americano se empeñaría en acosarla…aunque por su mente nunca circuló el propósito de buscarlo…
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando, GAPO).- Milly quedó en espera de la ficticia luna de miel que la sociedad empeñaba en introducir en las mentes juveniles. La alegría del matrimonio terminó a pocos días de la bendición nupcial complicándose con un embarazo inesperado en dos meses de convivencia. Con los años recordaría las advertencias de sus padres (de no casarse tan joven) que tanto la fastidiaban. La inesperada y extraña actitud de su pareja aumentaba conforme su cuerpo se moldeaba al desarrollo del retoño en su vientre. Él se ausentaba por noches y cuando llegaba en estado alcohólico y fuera de sí gritaba improperios en busca de reacción similar que pudo haber complicado la precaria situación. Milly en su inocencia lo miraba sin explicación al no comprender la situación y menos el extraño comportamiento. Vecinos y familiares la apoyaron, pero la furia de su esposo aumentaba y ella se refugiaba en noches de lágrimas y necesidades. Al comprender que nada había por hacer y antes de algún enfrentamiento personal abandonó Pavas sin decir palabra.
Milly no había cumplido veinte años cuando decidió valerse por sí misma. La esbelta figura y el atrayente rostro que adornaban sus claros ojos combinados con la simpatía e inteligencia innata le abrieron puertas en el mercado laboral de los años cincuenta. Después de la página de infidelidades y sufrimientos de la unión que rompió en mil pedazos su corazón su mente giraba en el bienestar de su descendencia.
Años después, emocionalmente estabilizada reencuentra en calles costarricenses a una amiga cuya familia se había mudado a California. Al día siguiente se reúnen con un hermano que había venido con ella. Durante su estadía, el presentado se interesa en Milly y conociendo su historia, le pide que se casen aceptando a sus hijos. La situación se complica cuando la embajada estadounidense no autoriza la visa de ingreso. Milly desesperada conoce a un funcionario del gobierno que la contacta para lograr el objetivo…solo que un año después de lo planeado. Milly aterriza en California, pero ante el desfase de fechas el matrimonio no se efectúa dejando inconclusa toda esperanza planeada. Aunque el propósito de su viaje nunca fue detrás del sueño americano a partir de ese momento comenzó a envolverse en fantasías que por momentos se convirtieron en pesadillas. Su primer pensamiento fue devolverse de inmediato a su país, pero la persistencia de su cuasi excuñada la persuadió. Había renunciado a su trabajo y alquilado la casa. Se mantuvo un tiempo con su amiga y luego comienza a trabajar. Después, bajo el pretexto de independencia, abandona el lugar.
La urbe adonde se mudó no fue la deseada. La mayoría de pobladora/es estaban ilegales y las calles atemorizadas por pandillas. El primer día recorrió el centro de la ciudad en busca de trabajo infructuosamente. Al día siguiente conversaba con una señora cubana quien colocaba un anuncio en la vitrina de su negocio. -Oye chica tú me agradas. Tu guapa figura me “sive p´atrae” clientas. Esa fue la respuesta escuchada por Milly cuando indicaba que necesitaba trabajar, pero carecía de destrezas indicadas.
La pequeña y productiva fábrica de ropa femenina surtía al comercio de la ciudad. La mayoría de las veinticinco posiciones estaban ocupadas por expertas costureras mexicanas indocumentadas que tomando piezas de tela de diferentes tamaños las armaban rápida y fácilmente, convirtiendo cambiantes rompecabezas en vestidos que estaban a la moda con un salario mínimo de ciento cincuenta dólares.
Milly, desconocedora del oficio, encontró un sinnúmero de dificultades para armar su primer vestido. Observaba los retazos de tela pensando la manera de ensamblarlos y a cada momento los hilos reventaban en la costura causantes de reprocesos mientras las expertas terminaban sin problema.
El primer viernes de pago, la cubana con mirada comprensiva y sonrisa en labios se acercó con cincuenta dólares en la mano. -Me apena pagarle tan poco, pero es mejor que nada…Pasaron días, semanas con una Milly llorando por dentro y destrozada que comparaba las comodidades de Costa Rica con su realidad. Ilegal ante leyes severas, fracasada de un matrimonio irrealizado, tres hijos que responder y sin respuesta de lo que serían sus destinos. Al cabo de tres meses la cubana pidió repetir lo que escuchaba, aún sin entender.
-Venía a decirle que agradezco mucho su apoyo, pero a partir de hoy no tendrá que hacerlo más.
-Te vas a casar… (apretando fuertemente las palmas de sus manos contra las mejillas). -Bueno “carro” que Dios te proteja porque lo que he oído hasta ahora de los matrimonios en La Vegas es que son una “bachata” de nunca acabar…cuídate…
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