LA VOZ DE GOICOECHEA (Por German Retana).- ¿CuĆ”l es la intenciĆ³n de todo el que sobresale y compite? ¿CĆ³mo definen los equipos su objetivo? Sea cual sea el campo, un comĆŗn denominador de las teorĆas de la motivaciĆ³n es el reto; especialmente, el de alcanzar metas que, en principio, parecen imposibles. Ahora, ¿quĆ© sucede si la meta es exageradamente alta o inalcanzable? ¿Y las consecuencias de soƱar «en pequeƱo»?
Al visualizar un gran anhelo, se anticipa la presencia de una recompensa; de ahĆ que el cerebro segregue dopamina, un neurotransmisor que genera los estados competitivos para conseguirlo. Este, en dosis adecuadas, acciona un mayor caudal de enfoque en el objetivo, sin darle ventajas a las distracciones. Es un proceso motivacional que induce a arriesgar, a perseguir lo improbable.
Si bien la recompensa esperada aviva la resiliencia, una fĆ©rrea disciplina de trabajo solo se consolida cuando la relaciĆ³n entre la expectativa de logro y la capacidad para alcanzarlo es razonable. Es entonces que se renuncia a otras actividades placenteras: surgen buenos hĆ”bitos.
En el Ć”mbito deportivo —como en otros, el empresarial, por ejemplo—, conviene enfocarse en la «meta». Visualizarla estimula la presiĆ³n sistĆ³lica que comunica al cuerpo: «¡Vamos, estamos listos para competir!». Recordar es bueno, pero confiar es mejor. Si no se tiene confianza real, Ćntima y honesta en esa meta, el nivel de activaciĆ³n puede resquebrajarse en el peor momento.
«Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre», reza un dicho. Fijarse metas de exagerado calibre o perseguir otras muy fĆ”ciles es igual de riesgoso. En el primer caso, la intenciĆ³n podrĆa quedarse en simple discurso motivacional, con efectos frustrantes en el corto plazo; en el segundo, se da pie al conformismo. Hasta una virtud debe ser comedida.
No siempre se logra una meta, en cuyo caso conviene valorar quĆ© sĆ se logrĆ³ y quĆ© aprendizaje de valor se extrajo, a fin de que se incorpore en el siguiente intento. De cuĆ”n profundo sea el sentido de una dependerĆ” que se nutra la fe, perdure la intenciĆ³n y se duplique el compromiso.
Cuando el significado del objetivo es compartido por el equipo —cuando este toca la mente y el corazĆ³n de todos sus miembros—, lo dota de confianza en el talento grupal para concretarlo, de entereza para resistir los desafĆos necesarios y de capacidad para ver luz al final de la jornada.
Es un hecho, la fuerza mental de un equipo que comparte un propĆ³sito es exponencial. Esta se multiplica y su sana positividad es contagiosa. El riesgo es que su dirigencia pierda la sensatez al valorar su potencial y sus recursos. El exceso de «motivaciĆ³n» termina por pasar una cara factura.
Un mundial de fĆŗtbol es una competiciĆ³n de alto rendimiento; las selecciones que participan en uno deben definir sus metas y enfocar su energĆa. Tienen cuatro opciones, todas ellas vĆ”lidas y ninguna excluyente: a) dar el mĆ”ximo esfuerzo y asĆ terminar con la conciencia tranquila»; b) competir partido a partido enfocados en la meta inmediata; c) ser campeones mundiales, y si no, lo aprendido serĆ” "ganancia;" d) «trascender lo logrado en mundiales anteriores y superarse a sĆ mismos». ¿CuĆ”l opciĆ³n representa su vida personal o la dinĆ”mica de su equipo en la empresa?
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