A lo interno de la peni se respiraba una atmósfera frÃa llena de interrogantes y sospechas. No habÃa en quien confiar. Afuera y mucho menos adentro. La carencia de habilidad y polÃticas penitenciarias era evidente. La población penitenciaria aumentaba sin control ni seguimiento. Más de un millar de personas vivÃan hacinadas sin quehacer hacer durante largos años de condena…
LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gerardo A. Pérez Obando (Gapo), escritor).-Rafael disimuló la daga en la cintura. A la señal de su amigo de infancia adelantó el paso hacia el pabellón oeste. Tras pocos pasos un tipo se abalanzó sobre su espalda apretando el brazo sobre su garganta para robarle el maletÃn que colgaba de su hombro. La respuesta de Rafael fue intuitiva. Sacó la daga de su cinto suministrando dos rápidas estocadas en el estómago del agresor. El tipo cayó al suelo donde del amigo que venÃa atrás escuchó: -Ni te curés “hiju’eperra” cometiste el error de tu vida y mañana no vas a ver salir el sol. La celda de Mamulón estaba en un piso superior. Lo primero que hizo con Carmonilla fue alimentarlo y presentarle a un custodio. –“Care’crimen” será tu ángel de la guarda de ahora en adelante. Al preguntar dónde podrÃa pasar la noche escuchó: -Por ahora en mi celda, tenemos que ponernos al dÃa.
Antes de acostarse Mamulón preguntó por la “llama azul”. -Hizo bulla esa hierva. ¿TodavÃa queda? -Dejé algo más de tres libras preparadas. Quiero que me ayudes a meterla para ganarme unos pesos. -Dalo por hecho, seremos socios en la jugada. Vos consigues, yo la meto, ganamos los dos y todos felices.
Un mes después el oficial penitenciario “Mata de maÃz” regresando de sus dÃas de franco en Turrubares se tropezó con un rostro sonriente que jugueteando con una pequeña bolsa en las manos le saludaba antes de llegar a la peni. - ¿Carmen Julia.? Preguntó. -Sà señor. ¿PodrÃa por favor entregar esta encomienda a Carmonilla o Mamulón? -Será un placer señora. Mientras apretaba por la parte baja los billetes que disimuladamente le habÃa mostrado. -Me avisan para el próximo envÃo.
La peni era el antro del mal donde se hervÃa el caldo de cultivo del averno debido a la falencia de adecuadas polÃticas penitenciaras donde diferentes bandos luchaban por subsistir a su manera y chocando entre todos. La población más joven provenÃa del reformatorio de menores San Dimas quienes eran dominados por individuos inescrupulosos de mayor edad quienes los castigaban, maltrataban, violaban y obligaban a hacer orgÃas. Después de liberados con el tiempo los chicos regresaban con largas penas por estafa, robos y homicidios aprendidos en la escuela del mal. Los reclusos de las provincias de Alajuela, Cartago y Heredia tenÃan una cofradÃa cercana a una veintena cada una que, aunque no eran violentos se acuerpaban entre ellos. Las más conglomeradas y temidas eran Los Hijos de Dios y Los Hijos del Diablo. El lÃder de los Hijos de Dios era conocido por la policÃa como “el Rey de las fugas”
Rafael, un par de meses posterior a su ingreso acudió a un llamado de su conocido llamando a la entrada sin que la abrieran. Al rato se asomaron impidiéndole ingresar. Mamulón levantó la voz visiblemente alterada. -Déjenlo entrar porque debemos organizarnos si queremos imponer el orden acá. Véanse. Ustedes tienen un segundo, pero yo no. Soy el único que carezco de alguien de confianza que me apoye y aprovecho el momento para indicarles que he decidido que a parir de hoy el puesto es para Carmonilla. -Rafael, bienvenido a la “celda número Tres oeste”. Hemos acordado que vamos a comandar el grupo para encargarnos del orden dentro de estas paredes. Tenemos que acabar con los roces internos y constituirnos en la ley por las buenas o las malas sin que ni siquiera los oficiales se interpongan.
Ese dÃa Rafael se convirtió en el segundo de Mamulón y uno a uno comenzó a conocer e integrarse con los compinches de la temida banda de “los hijos del diablo…”
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