LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Gian Carlo Sandoval Mazzero, diseñador). Cuando escuchamos que la prensa está “bajo ataque”, lo primero que deberíamos preguntarnos es: ¿de qué prensa hablamos? ¿De esa que durante años ha controlado la narrativa nacional desde unas pocas salas de redacción en San José? ¿O de los medios comunitarios, independientes y alternativos que apenas sobreviven en los márgenes del sistema mediático?
Reporteros
sin Fronteras ha señalado recientemente a Costa Rica por presuntos retrocesos
en libertad de prensa. Pero su credibilidad está en entredicho cuando repite
sin cuestionar las versiones de los grandes medios y omite las voces de
aquellos que han sido históricamente silenciados. No, la prensa no está en
peligro. Está incómoda.
La
democratización de la pauta publicitaria no es censura. Es justicia. Cuando un
gobierno decide distribuir los recursos de comunicación institucional entre
medios pequeños, regionales o independientes, lo que hace no es callar a nadie:
es abrir el micrófono a quienes nunca lo han tenido. Lo que realmente molesta a
ciertos sectores no es que haya menos libertad, sino que ya no pueden ejercerla
en exclusiva.
Durante
años, medios poderosos han ignorado a artistas, diseñadores, colectivos
culturales y comunidades enteras simplemente porque no “dan rating”. Eso
también es censura. Eso también es violencia simbólica. Se trata de una
exclusión sistemática y selectiva que define lo que es “noticia” desde una
lógica comercial, no desde un compromiso con la pluralidad.
Yo
lo he vivido. He sido rechazado por más del 95% de los medios tradicionales,
incluso después de representar a Costa Rica en seis ediciones de la Bienal
Iberoamericana de Diseño en Madrid. ¿Dónde estuvo entonces la libertad de
prensa? ¿Dónde estuvo el deber de informar?
No
confundamos libertad con privilegio. La verdadera libertad de expresión es
aquella en la que todas las voces tienen espacio, no solo las que cuentan con
el respaldo de un padrino político, económico o corporativo. Defender la prensa
no significa blindar a los medios tradicionales frente a la crítica. Significa
abrir el debate y cuestionar los monopolios de información.
Costa
Rica no necesita más diagnósticos superficiales desde París o Ginebra. Necesita
que hablemos claro: la libertad de prensa no puede seguir siendo el escudo de
unos pocos para silenciar a los demás.
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Goicoechea, San José - Costa Rica
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