LA VOZ DE GOICOECHEA (Por José Luis Ortiz Güell).- Bajo el cielo de Madrid, en el Aula Magna de la Universidad Carlos III, las palabras y los silencios se entrelazaron para tejer un homenaje tan grande como el corazón del hombre al que honraban: Federico Mayor Zaragoza. Científico, poeta, humanista y faro de la paz, su vida fue un poema escrito con tinta de esperanza, y este acto, titulado “Una vida por la paz”, fue la melodía que lo recordó.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, envió un mensaje que resonó como un llamado a seguir sus pasos.
Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado, destacó su lucha incansable por los derechos humanos.
Maylene Cotto Andino, compañera en la creación de la Red Internacional de Cátedras UNESCO, recordó sus risas y su firmeza al defender la paz.
lberto Guerrero Fernández, presidente de la FECU, leyó con voz quebrada las palabras del Padre Ángel, ausente pero presente en espíritu, mientras el público guardó un silencio reverente.
Emoción en cada gesto
Federico Mayor Menéndez, su hijo, tomó la palabra con una serenidad que heredó de su padre. “Gracias por no dejar que su voz se apague”, dijo, mientras el Aula Magna estalló en aplausos
El momento más simbólico llegó con la entrega del Diploma “Congreso Cultura de Paz” al Padre Ángel y Mensajeros de la Paz y una bandeja de cerámica de Talavera —Patrimonio de la Humanidad—, que se entregó a los distintos colaboradores del evento y la presentadora, la destacada periodista, Pepa Roma, que condujo el acto, símbolo de la fragilidad y la permanencia del arte, como su legado.
El adiós que no es
adiós
El compositor Juan Antonio Simarro cerró el acto con la Obertura para los Derechos Humanos, una melodía que flotó en el aire como un susurro de Federico: “Mi legado es la palabra”.
Agradecimientos desde el alma
La organización agradeció a todos los que hicieron posible este tributo, especialmente a los fotógrafos Jesús Moreno y Rafa Plaza, cuyas imágenes capturaron el alma del evento.
Este no fue solo un homenaje. Fue un abrazo colectivo a un hombre que vivió por y para los demás, un recordatorio de que su luz sigue guiándonos. “Cuando mi voz se apague”, escribió Federico en 2013. Pero hoy, en Getafe, su voz sonó más fuerte que nunca.
Colaboran
Universidad Carlos III de Madrid
Fundación SM
Fotografía Rafael Plaza Aragonés.
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