LA VOZ DE GOICOECHEA.- Hace ya 25 años Costa Rica decidió apostar por un tipo de turismo que generara riqueza al país, sin oír los cantos de sirena que decían de apostar por los grandes hoteles.
Costa Rica se ha mantenido firme en su plan, y lo ha ido evolucionado desde el ecoturismo hasta el turismo sostenible, para en 2018 superar por primera vez los tres millones de turistas, con un incremento del 1,9 % de visitación respecto a 2017.
El 94 % de los hoteles en el país tienen entre 1 y 40 habitaciones, en un sector que en 2016 generaba 211.000 empleos y el 8,2% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, según datos de la cuenta Satélite Cultura (en base a datos de la Caja del Seguro Social; mide de manera distinta al SIECA). “Ahora estoy segura de que está entre el 9 % y el 10% del PIB”, apunta María Amalia Revelo, ministra de Turismo.
El hecho de que la actividad esté tan repartida “nos permite que el dólar turístico llegue hasta los últimos rincones. No es un turismo de un enclave, el dinero se queda en el exterior por una integración vertical (que la cadena dueña del hotel, lo sea también de la agencia, de la línea aérea...) Ese esquema crea empleo, pero no riqueza”, aduce.
Además, el posicionamiento del país a lo largo de estas dos décadas y media ha propiciado que la estancia y el gasto sean altos, 12 días, y más de US$100 diarios por persona, concretamente US$1.239,8 por estancia completa en 2017 –cifra que en 2012 era de US$948,5–, con diferencias significativas entre los que ingresan por vía aérea: US$1.561,4, versus los que lo hacen por tierra: US$313,7.
Costa Rica apostó por un turista sofisticado, que gasta por encima del promedio. Y si alguien gasta más, exige más, por lo que el sector privado tiene que ofrecer un servicio acorde. “Si cobras caro, tienes que dar un producto de calidad, ese es nuestro mensaje a todo el sector privado: cobra lo que tengas que cobrar, pero debes dar un producto de valor”, incide Revelo: “No queremos competir por precio, sino por diferenciación”.
Los turistas que aterrizan en el aeropuerto Juan Santamaría (principal puerta de entrada al país) visitan cinco lugares, mientras que por el Daniel Oduber (segundo aeropuerto internacional, en la provincia de Guanacaste) van a tres destinos diferentes, dentro de Costa Rica. “Muchos de ellos alquilan carro, manejan por el país entero, paran en la pulpería... Ese dólar turístico está creando riqueza. Ese es el modelo que definimos hace 25 años”, insiste María Amalia Revelo.
Y el modelo es un éxito, no cabe duda. Deja mucho dinero (alrededor de US$4.000 millones en divisas en el último año), y el turista recomienda y regresa, “tenemos una tasa de retorno de visitantes del 30 %, es una cifra altísima”, asegura la ministra de Turismo.
Alzar el vuelo
Si la estrategia iniciada a mediados de los años noventa se ha demostrado exitosa, también lo ha sido la más reciente política de atracción de aerolíneas, iniciada hace poco más de una década: desde su principal mercado meta, EE.UU., pero también desde Canadá (el último anuncio oficial, del 20 de febrero, es el aumento de vuelos directos de Air Transat entre Toronto y Costa Rica, con dos adicionales, uno a cada aeropuerto internacional tico) y, sobre todo, una especial atención a Europa en los últimos años.
Porque hasta hace poco tan solo un vuelo directo unía Costa Rica con el Viejo Continente (el diario de Iberia desde Madrid), mientras que en la actualidad ya se puede volar directamente a Francia, Reino Unido, Suiza, Holanda, o Alemania, con el añadido de que son hubs (centros de conexión aeroportuaria) que conectan con múltiples ciudades. El crecimiento del turismo europeo ha sido constante, en 2018 llegaron casi medio millón de ciudadanos desde el otro lado del Atlántico (una sexta parte del total), pero la aspiración de Revelo es alcanzar el millón de turistas de esa zona del mundo.
Una de las claves para el buen funcionamiento de esta atracción ha sido el trabajar de la mano junto con los aeropuertos, algo que según la ministra no es muy habitual a nivel mundial. Los concesionarios los han mejorado continuamente en los últimos años. A inicios de febrero se inauguraba la última ampliación del Juan Santamaría por parte de Aeris (empresa administradora de la terminal), tras una inversión de US$23,5 millones.
La ministra de Turismo no se olvida del visitante latinoamericano. Ha sido muy exitosa las estrategia de atracción de vuelos desde México y considera importante trabajar para que lleguen más personas desde Argentina y Brasil, los dos mercados más atractivos del área,y de manera secundaria los de Perú, Colombia y Ecuador. Respecto al centroamericano, Revelo considera que es una “tarea pendiente” por parte de toda la región.
Turismos de nicho
La imagen de Costa Rica, asociada a la naturaleza y la sostenibilidad le da también réditos en el turismo de nicho.
La nueva apuesta del país es el turismo de convenciones, tras la apertura en 2018 del nuevo Centro de Convenciones de Costa Rica (CCCR), que tuvo un costo de US$35 millones.
El CCCR “es solo un elemento de una estrategia más completa, donde nos interesa mucho más fortalecer y posicionarnos en el Meetings, Incentives, Congress & Events (MICE)”, incide Revelo, un segmento con una estacionalidad diferente (septiembre y octubre, los meses tradicionalmente más bajos para el turismo en Costa Rica) y con un gasto promedio por turista mucho más elevado que quien viene a vacacionar. Según cálculos del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), la estancia promedio en estos casos es de cinco días, con US$651 de gasto diario entre el viajero internacional, y US$400 del latinoamericano.
La fuerte imagen internacional del país además permite atraer congresos de todo tipo, “y la gente luego se quiere quedar dos días más, ir a las aguas termales, a ver las tortugas, delfines y ballenas, playa…”. Revelo considera importante haberse adelantado a la apertura del Centro de Convenciones Amador (Panamá), para convertirse en el referente del turismo de convenciones en la región, si bien el tico es mucho más pequeño, puede acoger eventos de hasta 5.000 personas, que suponen la inmensa mayoría de los mismos, a nivel mundial.
El ICT apuesta a que este segmento crezca un 10 % anual, frente al 6 % del turismo en el país. El peso del turismo de negocios (en el que se incluye el de convenciones) en el total está entre el 8 % y el 10 %. Pero no es el único sobre el que hay depositadas muchas esperanzas. El de bienestar y salud (también conocido como Wellness) es cada día más importante, “creo que por tener una sesión de yoga en medio del bosque, o un masaje la par de una catarata. La naturaleza se presta para ello”. Y también el de observación de aves y naturaleza.
Pero también hay retos muy importantes, como el de la seguridad. 2018 empañó la imagen del país con tres femicidios de turistas, y un accidente de rafting con múltiples fallecidos. El ICT ha invertido este año US$1 millón en prevención y seguridad, una cifra que es la suma de lo asignado a este rubro durante los doce años anteriores.
FUENTE E&N
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