La reelección debería ser una opción, sin embargo, se debería limitar a una única una reelección consecutiva. Es completamente inconveniente que una persona permanezca tanto tiempo al frente de un gobierno local, esta circunstancia provoca que la persona electa y los que están a su alrededor se crean intocables y comienzan a darse conductas nocivas para la administración pública de las municipalidades del país.
El Tribunal Supremo de Elecciones y la Asamblea Legislativa deberían ponerle atención a esta circunstancia. Llama la atención que cuando un gobernante de izquierda está mucho tiempo en el poder, muchos costarricenses comienzan a hablar de dictadura de partido o de una dictadura tácita; sin embargo, cuando se trata de analizar lo que ocurre en los gobiernos locales costarricenses, estas instancias se hacen de la vista gorda y no plantean reformas que requiere el sistema político costarricense.
El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Existen múltiples razones que sugieren la necesidad de cambiar el proceso de elección de las autoridades municipales; empero, el más apremiante es, sin lugar a dudas, la limitación de la reelección indefinida. Se trata de un defecto que no se entiende por qué no ha sido corregido por parte de las autoridades correspondientes.
No menos importante es entender la necesidad de la alternancia en los diferentes puestos del sistema político costarricense. Empezando por la presidencia del Tribunal Supremo de Elecciones, el país requiere que una serie de personajes dejen su presencia en el poder y para ello, se debe de romper con una serie de vicios estructurales.
(*) Andi Mirom, Filósofo
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