LA VOZ DE GOICOECHEA.- La pandemia y el cambio obligatorio en el “modelo” educativo público ha dejado al descubierto que para muchos estudiantes los centros educativos son los únicos espacios con condiciones aptas para su proceso de aprendizaje.
En dichos centros tienen pupitres, computadoras, libros y espacios de esparcimiento. Pero esta “nueva normalidad” no solo ha sacado a flote las carencias de miles sino también la vocación de cientos de docentes y el compromiso de padres de familias y estudiantes.
Un par de pichingas y un banquito de madera se convirtieron en los pupitres de Byaron, Brus y Monserrat Carrillo Gómez, tres hermanos que viven en Corozal de Jicaral, Puntarenas.
La condición de pobreza no ha sido un impedimento para que cumplan con el anhelo de completar las guías de estudio que su maestra les lleva hasta la casa. Sus papás han convertido la casita prestada en la que viven en lo más parecido a un buen espacio para que ellos aprendan.
Gloria Sequeira, docente de la Escuela Tobías Montero Cascante, en Corozal, contó que la primera vez que la mamá de sus estudiantes le mandó una fotografía para evidenciar que estaban haciendo los trabajos, pensó que había aprovechado la sombra de un árbol para que los niños no sintieran tanto calor. Sin embargo, se enteró que en esa casa no había mesa. Los gemelos están en transición y su hermanita en materno. Sequeira contó que los papás de estos niños se las ingenian para que este proceso de aprendizaje no se detenga. Para contrarrestar el sofocante calor que hace en la zona, la mamá de los niños les pone una cobija en el piso y ahí es donde ellos pintan y hacen dibujos.
Aprendiendo de ellos
Gloria hace un reconocimiento muy espacial a los padres de familia, quienes se han convertido en “docentes” en medio de esta situación sanitaria.
No oculta el deseo de que sus estudiantes tengan mejores condiciones económicas para que puedan estar más cómodos estudiando.
Esta profesora también da clases en el CINDEA de Jicaral junto a Marlen Castillo y Yorleni Soto. Ellas no han dejado de trabajar para el beneficio de sus estudiantes y coinciden en que aprenden muchísimo de los niños y de sus familias.
El confinamiento también ha sacado la mejor versión de las personas; los estudiantes, los padres de familia y estas docentes son reflejo de que el compromiso y el deseo de superación está por encima de la adversidad.
FUENTE CRHOY
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