Por Gerardo A. Pérez Obando, (Gapo)
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Juro que no fue por la borrachera que nunca tuve, la bocanada de cigarros que jamás pité ni por los amores que siempre anhelé…y me rechazaron…pero así fue.
No sé si leyenda, canto o llanto lo que escuché cuando volví a pasar sobre ella…mejor dicho lo que quedaba de la beldad que ostentaba a finales de 1959 cuando el INVU la entregó a la comunidad.
Recuerdo que era muy linda, lo digo con certeza porque en su época de quinceañera compartíamos juventud con Marlene, Virya y Julio Carvajal quienes vivían en la casa al costado...en los tiempos de tertulias y amistad.
La entropía fue opacando su figura por lo que parece que ahora llora la desventura.
Actualmente después de un tosco cascarón de cemento brota un cuasi caminito que el tiempo no ha borrado por las pisadas que muestra entremezclado con llantas, flores y grandes bolsas negras de basura destazadas de la marca MG.
El viento meneó las ramas del árbol que la custodia para que le volviese a ver y aunque se mostraba triste, redescubrí su siempre sombra fresca. Mas cuando revisé su estampa me percaté del sufrimiento.
Viejo amigo, escuché. “20 años no es nada”. Sentí nostalgia. Me llamó amigo y tenía más de 40 años de no visitarle, siempre pasaba de largo y con costo le dedicaba una mirada.
Se veía tan cansado que en ocasiones con la ventolera parecía no aguantar el ramaje que solo el poder de su sabia sostenía.
Mirando al suelo descubrí que aún producía las nueces que recogíamos esos días para hacer manualidades.
El tronco muestra inequívocos rasgos de ardor con áreas quemadas cerca de su raíz. Un tosco anuncio pende de su pecho como feo escapulario que no logré arrancar. La acera, también mutilada. No emitían reproches. Compartí el tiempo restante hasta que el frío aceleró mi salida.
Después del obligado examen de conciencia llegué a mi casa para ordenar ideas logrando extraer lo siguiente:
Hace más de dos años me acerqué con un refrigerio a tres vecinos que trabajaban con ahínco para erradicar el área llena de residuos y desechos. En ese momento pasó un comunalista conocido que al vernos, compasivamente me contactó con alguien en el gobierno local.
Procedí a escribir una nota tal cual recomendaron sin obtener respuesta. Cuatro meses posteriores por llamada telefónica me contaron que había sido recibida por otra destinataria que no se había percatado que no eran sus apellidos pero ya la había encauzado.
Dos meses pasaron para otra comunicación indicando que pese a la recepción, no se había tramitado por no encontrar la ubicación de la antigua y bella acera pese a estar encadenada a su única dirección: colonia Rodrigo Facio Brenes, avenida Víctor Méndez este, tope con avenida Vista de Mar.
Previo a las elecciones locales del 2020 fue tema de consulta obligada en cada reunión donde escuchaba reiteradamente: -¿Cómo…no la han arreglado…no puede ser?
A finales del 2020 recibí otro mensaje más alentador: -Está en proceso de construcción por parte de ingeniería con el Oficio…
Regresé un poco más alegre para informarles que no se preocuparan porque la solución estaba en camino según comunicado de hacía algunos meses.
Sonrieron a medias y me susurraron: ¿Y qué pasará con nuestros colaboradores vecinos? Mi respuesta fue inmediata, les prometo que haré un manifiesto público, inventaré una historia, un cuento…espero nos escuchen y nos llamen para averiguar el número de Oficio pendiente…entre nos…está algo atrasado. Y… ¿Qué pasará con nuestras colegas? Insistieron. Sin comprender completamente la pregunta recorrí la cuadra, capturé varios panoramas y al retornar sentí de ambos una sonrisa.
Me comentan cuando lleguen…creo que en estos días les visitan, seguimos en contacto…
Hace unos días me colé clandestinamente a una sesión donde un señor con sueños parlamentarios y otra/os aduladora/es presenciales y cibernéticos aplaudían una rendición de cuentas, es bueno, espero estén contemplados en ella ustedes los importantes laterales de las calles. Pero en todo caso, ahora hay una ley nueva que revive un reglamento viejo donde se defiende el estatus de las aceras, les alenté...sin lograr explicarme.
La narración estaba en preámbulos de convertirse en novela cuando el ronco rugido de un motor y la alegría de los funcionarios rasgando palas sobre el cemento me sacaron de mi sopor.
Me asomé a la ventana y logré ver en el recolector de residuos una fila de cadáveres de sacos negros destazados…exactamente en el sitio donde debido a una foto denuncia que hace rato provocó reacción inmediata del gobierno local y la presencia de varios funcionarios seguimos en modo de espera.
Emulando a Schwarzenegger en la película “Terminator” pensé: -Hasta la vista baby…apreté el botón de “pausa” y me volví a recostar.
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1 Comentarios
Como cuesta.... la administración pública esta por los suelos...
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