La famosa pirámide y no está en Egipto
La famosa pirámide del psicólogo estadounidense Abraham Maslow estructura una jerarquía de necesidades humanas que forma parte de su teoría sobre la motivación (1943). En la base, se encuentran las necesidades básicas que son primarias e imprescindibles para sobrevivir: beber agua, respirar, ingerir alimentos, dormir (descansar), evitar el dolor, mantener la hemodinamia en el contexto (por ejemplo, la temperatura corporal) y la expulsión de los desechos corporales.
Posteriormente, en la medida que se satisfacen estas necesidades, Maslow hace referencia a aquellas que son necesarias para tener una vida más segura como la asistencia médica, las vacunas, el trabajo o la vivienda. Luego, están las necesidades de naturaleza social como las amistades, la pareja y la conformación familiar.
En el nivel inmediato superior, el psicólogo destaca la necesidad de reconocimiento, la aceptación de los otros y la conformación de la autoestima, incluyendo los sentimientos de éxito, logros, la confianza y el respeto. Este es un punto muy importante, ya que es el forjamiento de la valoración o la desvaloración personal.
Por último, en la cúspide de la pirámide, se encuentra la necesidad más elevada que es la autorrealización: en este punto, cada uno deberá encontrar lo que le ayudará a autorrealizarse, es decir, dónde quiere llegar y las metas que quiere cumplir . Una cuestión que dependerá de las aspiraciones particulares de la vida, la motivación de los valores, las creencias, etc.
Como vemos, esta escala de las necesidades humanas describe cuatro primeros niveles que pueden ser agrupados como necesidades que surgen de déficits y un nivel superior de autorrealización que se emparienta más con el deseo que con la necesidad, algo así como una motivación de crecimiento.
El abastecimiento de las necesidades que se encuentran en la base de la pirámide es lo que nos abre y propulsa a la oportunidad de pensar en otros aspectos de la vida como la autoestima, las relaciones sociales o la construcción de un proyecto o metas a corto, medio y largo plazo.
Deseos, proyectos y metas en enero
La gran diferencia que podemos encontrar con las necesidades es que la consecución de un deseo no es algo radical que supone la vida o la muerte, sino que es diferente según la persona, el valor y la categoría que se le da a una determinada cosa. Esto quiere decir que nos apartamos de cuestiones generales para entrar en el territorio personal, subjetivo e interior de cada ser humano.
Por ejemplo, para alguien al que le gustan los coches, una de sus aspiraciones puede ser tener el último modelo de una marca determinada o para quien el estudio es relevante, su meta será alcanzar una carrera y así cada persona.
Tal vez, una de las cuestiones más relevantes a la hora de trazar proyectos y metas consecuentes es articularlas coherentemente con la propia vida y las propias posibilidades.
Hay personas que no tienen aseguradas sus necesidades básicas y fantasean con megaproyectos. Se trata de algo tan elemental que mucha gente lo olvida y en este juego confuso, la imaginación puede más, aunque luego cuando se lleva a la acción, llega la catástrofe
Las necesidades son vitales y no pueden evitarse ni mirar hacia otro lado, mientras que los deseos responden al valor que cada uno les otorgue en relación a las necesidades.
Los deseos pueden ser ilimitados puesto que nuestra imaginación no tiene límites, pero es importante que los proyectos sean realizables; es decir, lograr bajarlos a la realidad concreta, al territorio de la práctica.
Algunas personas son activas y dinámicas, dirigen sus deseos a construir proyectos que ponen en marcha rápidamente, pero sin planificación. Otras -los indecisos- dan vueltas y vueltas hasta que avanzan de manera desprolija y se conforman con tan solo haber empezado. También están esas otras que piensan y repiensan y, tras trazar una planificación obsesiva, realizan una planificación paso a paso, mientras que otros se quedan paralizados y ni siquiera pasan del deseo al proyecto.
10 pasos para llevar adelante los sueños
Ahora bien, es posible consolidar los deseos en realidad, sobre todo ahora que enero nos permite proyectarnos en el año. Por ello, sugiero los siguientes pasos:
-Escribir sin filtros nuestros sueños y deseos.
-Traducir esas fantasías en proyectos.
-Encontrar el porqué y el para qué de cada proyecto; es decir, buscar la claridad en los objetivos.
-Evaluar cuáles podemos llevarlos a la acción.
-Seleccionar el orden para ponerlos en juego: el primero, el segundo, etc.
-Realizar una planificación paso a paso en cada proyecto: construir metas mínimas realizables.
-Buscar asesoría de expertos y no llenarnos de opinólogos (que nunca faltan).
-Controlar la ansiedad.
Analizar los resultados parciales para pasar al próximo paso: relación entre inversión en tiempo, energía o dinero, en relación a los beneficios.
Preguntarnos si somos felices con lo que hacemos
Si una de tus mayores preocupaciones en enero son los futuros sueños, metas y proyectos, lo más importante es que apliques esta fórmula ordenada este enero y que el fundamento de ella sea la felicidad.
Todos los deseos deben estar sostenidos por un suelo firme, sin olvidar que las necesidades básicas nunca pueden ser relegadas. Ahora a empezar: ¿cuales son tus deseos?
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