Por Adrian Zuñiga
En el caso de la UNA, esta entidad cuenta con la iniciativa Esperanza Joven, mientras que la UCR tiene el programa Transición a la Vida Universitaria. En ambos casos, se busca fortalecer las habilidades y los conocimientos del estudiantado.
Desde el año pasado, escuelas y colegios de todo el país han tenido que suspender lecciones constantemente e impartir clases de manera virtual, lo cual ha impactado el proceso de enseñanza. En mayo, el MEP reconoció que más de 400 mil estudiantes presentan problemas de conexión a internet.
UNIVERSIDAD contactó con las autoridades de las facultades de educación de la UNA y la UCR, quienes explicaron la naturaleza de los distintos proyectos que desarrollan ambas casas de enseñanza.
UNA: Esperanza Joven
Esperanza Joven es el proyecto de mayor tamaño que tiene la UNA para apoyar a la población estudiantil, desde preescolar hasta secundaria, según la decana del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE), Sandra Ovares Barquero.
Según la decana, esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer el proceso de aprendizaje en escuelas y colegios de todo el país y tiene más de una década de existir:
“No nace con la pandemia, se refuerza con la pandemia. Nos damos cuenta de que es un proyecto necesario y que, desde la facultad de educación de la UNA, tenemos que apoyarlo mucho para que puedan expandirse cada vez más en otras comunidades”.
“Siempre hemos sabido que hay una educación en la meseta central y otra en la periferia”, Sandra Ovares Barquero, decana del CIDE
De hecho, el proyecto se ha reforzado durante el tiempo de emergencia sanitaria, ya que “todos aquellos dineros que no se han utilizado por el tema de la pandemia se han redireccionado principalmente al apoyo de los estudiantes”.
En este proyecto participan estudiantes avanzados de las distintas carreras de educación que tiene la UNA, a través de la asignación de horas de colaboración, de la práctica profesional y de los Trabajos Finales de Graduación (TFG).
“Ellos buscan grupos de estudiantes para poder tratar de nivelar los contenidos que no se han podido cubrir de la manera que debería ser, como se hace en otros años”, manifestó Ovares.
La educadora explicó que la principal herramienta que tienen para trabajar con los estudiantes son las guías didácticas, porque estas permiten indicar a los alumnos qué hacer cuando están en clases con los docentes, pero también qué pueden hacer en sus casas con estos documentos impresos.
“Las guías tienen un enfoque metodológico propio de esa construcción de conocimientos que nosotros trabajamos en la UNA. Invitamos al estudiante a que vea cosas alrededor de sus vivencias y las relacionen con las guías que se le dan, para que ese aprendizaje que siempre hemos trabajado sea un aprendizaje para la vida y sea un aprendizaje significativo”, comentó la dirigente del CIDE.
La decana señaló que, además de los académicos y de los 1.500 estudiantes que participan en la iniciativa, los transportistas también son una parte de la iniciativa, pues reparten materiales como lapiceros, marcadores, hojas, cartulinas, entre otros, para que los alumnos puedan hacer sus trabajos:
“El carro ahora anda en Coto (Brus) repartiendo guías y materiales que estos proyectos diseñan para dar apoyo a las escuelas con las que hemos trabajado por años, incluso en las comunidades indígenas y las comunidades de frontera norte como Guatuso, Upala y Los Chiles”.
Ovares aseveró que en la UNA siempre han tenido claro que existen dos tipos de educación: la de meseta central y la de la periferia, por lo cual “la Universidad ha apoyado muchísimo, sobre todo en las zonas rurales”.
En la misma línea, explicó que “apoyar a las comunidades indígenas es nuestra prioridad, debido a que son pueblos que están olvidados; es de nuestros mayores logros”.
UCR: Transición a la Vida Universitaria
Por su parte, la UCR tiene un proyecto interdisciplinario para apoyar a los estudiantes que están por ingresar a las universidades, aunque estos no entren a alguna de estas instituciones de educación superior estatal y sin distinguir entre tipos de colegio.
“Vamos a desarrollar ciertas habilidades y conocimientos que le permitan al estudiante adaptarse de una mejor manera a la vida universitaria, considerando las debilidades que ellos presentan”, aseguró el director de la Escuela de Formación Docente (EFD), Wilfredo Gonzaga Martínez.
Según el académico, en el proceso de formulación participaron las áreas de Ciencias Sociales, Lenguas Modernas, Ciencias Básicas y Educación, además del MEP, el cual brindó información sobre el nivel de los estudiantes: “El MEP nos dio el insumo de cuáles eran las áreas que ellos identificaron que iban a quedar débiles en la formación de los estudiantes que iban a ingresar en 2021”.
El proyecto se ejecutó desde el 4 de enero hasta el 8 de marzo de este año, a través del desarrollo de seis módulos temáticos en la modalidad de formación virtual autogestionada, y tuvo un alcance efectivo aproximado de 4.900 estudiantes.
Los seis módulos se relacionan con las materias de español (lectura, escritura y comprensión), inglés, matemáticas, ciencias y estudios sociales, así como un módulo final introductorio a la vida universitaria.
De esta forma, se trataba de “preparar al estudiante para enfrentarse a la universidad en la parte emocional, darle ciertas estrategias para enfrentarse a la vida universitaria y que no se sienta desubicado, especialmente por la modalidad en que estamos, que es una modalidad virtual”, sostuvo el director de la EFD.
Según Gonzaga, la idea es que la iniciativa se siga desarrollando en el futuro, de forma que sea útil para las siguientes generaciones de estudiantes:
“Nosotros queremos que este proyecto se institucionalice en la Universidad, que sea parte de la Universidad, pero si no lo ven a bien, entonces va a ser parte de la Facultad de Educación”, expresó el docente
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LA VOZ DE GOICOECHEA.- En los proyectos participan estudiantes avanzados de la carrera de educación de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional.
Con tal de combatir los efectos de la pandemia en la educación primaria y secundaria, la Universidad Nacional (UNA) y la Universidad de Costa Rica (UCR) cuentan con proyectos de apoyo al Ministerio de Educación Pública (MEP), para reforzar contenidos y disminuir la afectación en los estudiantes.En el caso de la UNA, esta entidad cuenta con la iniciativa Esperanza Joven, mientras que la UCR tiene el programa Transición a la Vida Universitaria. En ambos casos, se busca fortalecer las habilidades y los conocimientos del estudiantado.
Desde el año pasado, escuelas y colegios de todo el país han tenido que suspender lecciones constantemente e impartir clases de manera virtual, lo cual ha impactado el proceso de enseñanza. En mayo, el MEP reconoció que más de 400 mil estudiantes presentan problemas de conexión a internet.
UNIVERSIDAD contactó con las autoridades de las facultades de educación de la UNA y la UCR, quienes explicaron la naturaleza de los distintos proyectos que desarrollan ambas casas de enseñanza.
UNA: Esperanza Joven
Esperanza Joven es el proyecto de mayor tamaño que tiene la UNA para apoyar a la población estudiantil, desde preescolar hasta secundaria, según la decana del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE), Sandra Ovares Barquero.
Según la decana, esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer el proceso de aprendizaje en escuelas y colegios de todo el país y tiene más de una década de existir:
“No nace con la pandemia, se refuerza con la pandemia. Nos damos cuenta de que es un proyecto necesario y que, desde la facultad de educación de la UNA, tenemos que apoyarlo mucho para que puedan expandirse cada vez más en otras comunidades”.
“Siempre hemos sabido que hay una educación en la meseta central y otra en la periferia”, Sandra Ovares Barquero, decana del CIDE
De hecho, el proyecto se ha reforzado durante el tiempo de emergencia sanitaria, ya que “todos aquellos dineros que no se han utilizado por el tema de la pandemia se han redireccionado principalmente al apoyo de los estudiantes”.
En este proyecto participan estudiantes avanzados de las distintas carreras de educación que tiene la UNA, a través de la asignación de horas de colaboración, de la práctica profesional y de los Trabajos Finales de Graduación (TFG).
“Ellos buscan grupos de estudiantes para poder tratar de nivelar los contenidos que no se han podido cubrir de la manera que debería ser, como se hace en otros años”, manifestó Ovares.
La educadora explicó que la principal herramienta que tienen para trabajar con los estudiantes son las guías didácticas, porque estas permiten indicar a los alumnos qué hacer cuando están en clases con los docentes, pero también qué pueden hacer en sus casas con estos documentos impresos.
“Las guías tienen un enfoque metodológico propio de esa construcción de conocimientos que nosotros trabajamos en la UNA. Invitamos al estudiante a que vea cosas alrededor de sus vivencias y las relacionen con las guías que se le dan, para que ese aprendizaje que siempre hemos trabajado sea un aprendizaje para la vida y sea un aprendizaje significativo”, comentó la dirigente del CIDE.
La decana señaló que, además de los académicos y de los 1.500 estudiantes que participan en la iniciativa, los transportistas también son una parte de la iniciativa, pues reparten materiales como lapiceros, marcadores, hojas, cartulinas, entre otros, para que los alumnos puedan hacer sus trabajos:
“El carro ahora anda en Coto (Brus) repartiendo guías y materiales que estos proyectos diseñan para dar apoyo a las escuelas con las que hemos trabajado por años, incluso en las comunidades indígenas y las comunidades de frontera norte como Guatuso, Upala y Los Chiles”.
Ovares aseveró que en la UNA siempre han tenido claro que existen dos tipos de educación: la de meseta central y la de la periferia, por lo cual “la Universidad ha apoyado muchísimo, sobre todo en las zonas rurales”.
En la misma línea, explicó que “apoyar a las comunidades indígenas es nuestra prioridad, debido a que son pueblos que están olvidados; es de nuestros mayores logros”.
UCR: Transición a la Vida Universitaria
Por su parte, la UCR tiene un proyecto interdisciplinario para apoyar a los estudiantes que están por ingresar a las universidades, aunque estos no entren a alguna de estas instituciones de educación superior estatal y sin distinguir entre tipos de colegio.
“Vamos a desarrollar ciertas habilidades y conocimientos que le permitan al estudiante adaptarse de una mejor manera a la vida universitaria, considerando las debilidades que ellos presentan”, aseguró el director de la Escuela de Formación Docente (EFD), Wilfredo Gonzaga Martínez.
Según el académico, en el proceso de formulación participaron las áreas de Ciencias Sociales, Lenguas Modernas, Ciencias Básicas y Educación, además del MEP, el cual brindó información sobre el nivel de los estudiantes: “El MEP nos dio el insumo de cuáles eran las áreas que ellos identificaron que iban a quedar débiles en la formación de los estudiantes que iban a ingresar en 2021”.
El proyecto se ejecutó desde el 4 de enero hasta el 8 de marzo de este año, a través del desarrollo de seis módulos temáticos en la modalidad de formación virtual autogestionada, y tuvo un alcance efectivo aproximado de 4.900 estudiantes.
Los seis módulos se relacionan con las materias de español (lectura, escritura y comprensión), inglés, matemáticas, ciencias y estudios sociales, así como un módulo final introductorio a la vida universitaria.
De esta forma, se trataba de “preparar al estudiante para enfrentarse a la universidad en la parte emocional, darle ciertas estrategias para enfrentarse a la vida universitaria y que no se sienta desubicado, especialmente por la modalidad en que estamos, que es una modalidad virtual”, sostuvo el director de la EFD.
Según Gonzaga, la idea es que la iniciativa se siga desarrollando en el futuro, de forma que sea útil para las siguientes generaciones de estudiantes:
“Nosotros queremos que este proyecto se institucionalice en la Universidad, que sea parte de la Universidad, pero si no lo ven a bien, entonces va a ser parte de la Facultad de Educación”, expresó el docente
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