LA VOZ DE GOICOECHEA (Por Sadniv Solrac).- Medellín, otrora epicentro global de narcotráfico y homicidios, vive una metamorfosis impulsada por fe y deporte. Entre 1985 y 2000, la ciudad registraba hasta 20 asesinatos diarios, configurando una “cultura de la muerte” que reclutaba niños para el crimen.
Sin embargo, iniciativas comunitarias centradas en el fútbol y valores en Cristo comenzaron a germinar incluso en los barrios más violentos.
El misionero Mark Wittig retornó a Medellín en 1985, durante el apogeo del cartel de Escobar, y usó el fútbol como herramienta de transformación. Organizó torneos en barrios controlados por pandillas, combinando deporte y discipulado cristiano para ofrecer alternativas a jóvenes en riesgo.
La estrategia de Wittig demostró que el deporte y la espiritualidad pueden romper ciclos de violencia al ofrecer pertenencia y propósito. Lo que inició como un torneo local evolucionó en un movimiento que reemplazó balas por balones, mostrando cómo proyectos comunitarios pueden redefinir narrativas en ciudades fracturadas.
“Con los recursos disponibles, organizábamos equipos para ellos. Los capacitaban y también compartían el evangelio con ellos. Cuando dos o tres se convertían al cristianismo, me reunía con ellos todos los lunes para estudiar la Biblia y orar”, expresó.
Alex Saldarriaga (Director Deportivo de COSDECOL), Wilson Rogers y Juan Martínez vivieron infancias marcadas por la violencia y el narcotráfico en Medellín, siendo introducidos a crímenes o forzados a unirse a cárteles para sobrevivir. A través del fútbol y la guía del misionero Wittig, encontraron una alternativa: entrenamientos combinados con enseñanzas bíblicas ofrecieron un escape y un propósito.
A pesar de los riesgos (armas en partidos, encarcelamientos), la pasión por el deporte y la fe lograron transformar vidas, demostrando que el fútbol puede ser un puente hacia la redención incluso en entornos devastados.
“Dios está trabajando activamente para redimir a este mundo. Y si hay un ejemplo de eso, es COSDECOL en Medellín”, dijo Wittig.
El proyecto de COSDECOL fusiona fútbol y evangelio para transformar vidas en Medellín. Jugadores como Alex Saldarriaga encontraron en la Biblia y los entrenamientos un mensaje de amor ausente en sus entornos violentos.
Wittig, prioriza las almas sobre el deporte, creando ligas y mentorías que hoy impactan a más de 45.000 personas, incluso en zonas controladas por pandillas.
Con campos propios, un negocio sostenible y alianzas internacionales, COSDECOL ofrece educación, valores cristianos y desarrollo deportivo. Testimonios como el de Miguel y Emiliano reflejan cómo el deporte enseña disciplina y esperanza fomentando los valores de Jesús en sus corazones.
La reconciliación de Saldarriaga con su padre simboliza el poder restaurador de la fe, resumido por Wittig: “La gracia de Dios supera cualquier pecado”.
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