Casos Emblemáticos: Inacción sistemática y omisiones legales que alimentan la impunidad
La
CGR, dotada de amplias facultades para auditar, investigar y sancionar
irregularidades en la administración pública (artículos 12 y 13 de la Ley
7428), ha fallado repetidamente en ejercer su autoridad preventiva. En lugar de
alertas tempranas, sus intervenciones (cuando ocurren) son reactivas, tardías y
carentes de impacto real, violando su obligación legal de actuar con celeridad
para proteger el erario.
Caso Cochinilla (2021): Esta mega trama de corrupción en obras viales, que involucró a altos funcionarios del Consejo Nacional de Vialidad (CONAVI) y empresas constructoras como MECO y H. Solís, desvió aproximadamente ₡78 mil millones mediante sobornos, contratos amañados y pagos improcedentes. A pesar de su competencia directa en fiscalizar contratos públicos, la CGR reaccionó con lentitud extrema: un gerente cambió un criterio técnico en solo 18 días, beneficiando a un constructor implicado, lo que sugiere posibles irregularidades internas. No hubo advertencias previas, a pesar de que auditorías desde 2018 ya señalaban un modelo de gestión obsoleto y no preventivo en el CONAVI. Esta omisión no solo contraviene el principio de eficacia administrativa (Ley 6227), sino que perpetuó un esquema que afectó la infraestructura nacional y la imagen del país.
Trocha
Fronteriza (2012–2015): Un proyecto de emergencia plagado de “obras fantasmas”,
pagos excesivos y presunta corrupción que costó al Estado más de ₡30 mil
millones en irregularidades. La CGR inició una investigación que culminó en una
denuncia penal en 2012, pero su fiscalización fue tardía y sin sanciones
administrativas inmediatas, permitiendo que 26 personas (incluyendo
exfuncionarios y empresarios) fueran acusadas años después. Diez años después,
el caso aún arrastra juicios sin resolución, destacando la ineficacia de la CGR
en cerrar ciclos de impunidad y violando su deber de control previo (artículo
21 de la Ley 7428).
Proyecto
SORESCO (2008–2017): La fallida refinería con China, a través de la sociedad
mixta entre RECOPE y CNPC, generó pérdidas de $35,8 millones para Costa Rica,
incluyendo $34 millones en estudios inutilizables. La CGR autorizó fases clave
inicialmente, pero luego prohibió el uso de los estudios por irregularidades,
sin impedir la sustracción de $70 millones mediante “común acuerdo” entre
socios. Esta dualidad (aprobar y luego cuestionar) evidencia una falta de
rigurosidad legal, permitiendo un negocio “oscuro” que duró una década sin
intervención decisiva.
Alquileres
Estatales Innecesarios y Nombramientos Fantasmas (2010–2014): Millones en
contratos por edificios sin uso funcional y plazas pagadas sin labor efectiva,
sin que la CGR detuviera o sancionara a tiempo. En casos como el de ministerios
que aún no recuperan ₡62 millones pagados de más a exjerarcas, la inacción
viola el principio de economía en la administración pública (Ley 6227).
Pensiones Privilegiadas y Regímenes Especiales:
La CGR ha omitido auditorías exhaustivas
en regímenes que amenazan la sostenibilidad del IVM-CCSS, con gestiones
“fragmentadas y reactivas”. Pensiones a expresidentes consumieron más de ₡6 mil
millones en 14 años, sin fiscalización adecuada, perpetuando desigualdades que
contravienen el artículo 1 de la Constitución.
Cementazo
(2017): Préstamo irregular de $31,5 millones del BCR a un importador de cemento
chino, con tráfico de influencias en los tres poderes. La CGR no asumió un rol
activo, limitándose a aclaraciones posteriores, pese a recomendaciones
legislativas para investigar.
Educación
sin Cimientos (MEP) y Obstaculización de Auditorías: 21 años de omisiones en
regularización de terrenos escolares, sin intervención de la CGR. Además,
instituciones postergan información, y la CGR no enfrenta estos bloqueos con
firmeza, violando su potestad sancionadora.
Estos
casos, documentados en medios como CRHoy, Amelia Rueda y La Nación, revelan un
patrón: la CGR actúa como “obstaculizadora” mediante tecnicismos, en lugar de
como fiscalizadora proactiva.
De fiscalizadora a obstaculizadora: Una deriva institucional que erosiona el Estado de Derecho
Lejos de impulsar eficiencia, la CGR ha asumido un doble rol perverso: silencio ante la corrupción y bloqueo a iniciativas por formalismos. Esto configura un “lawfare administrativo” que paraliza el desarrollo, como en conflictos recientes con el Ejecutivo, donde acusaciones de obstrucción han escalado a insultos públicos. Opiniones en redes sociales y expertas coinciden: la CGR ha perdido legitimidad, con percepciones ciudadanas de corrupción en trámites públicos alcanzando el 63%. Legalmente, esto vulnera el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 25), al minar la accountability. Como analista, argumento que esta ineficiencia no es mera negligencia: refleja feudos burocráticos que priorizan autoconservación sobre el bien común, agravando la crisis fiscal y social.
Hoja de ruta para una reforma integral: Hacia una CGR eficaz y transparente
Para rescatar su mandato constitucional, propongo reformas urgentes, inspiradas en mejores prácticas internacionales y auditorías independientes:
Intervención
Externa Inmediata: Auditoría integral por una comisión independiente, similar a
la de “Transparency International”, para evaluar controles internos contra
corrupción.
Reforma
a la Ley Orgánica (Ley 7428): Establecer plazos estrictos para auditorías
(máximo 90 días), facultades sancionatorias directas (multas hasta el 10% del
presupuesto auditado) y veeduría ciudadana obligatoria.
Rotación
de Cargos y Unidad Anticorrupción Autónoma: Evitar “feudos” con límites de 8
años en puestos clave; crear una unidad con poderes investigativos
independientes, alineada con la Convención de las Naciones Unidas contra la
Corrupción.
Digitalización
y Alertas Tempranas: Implementar sistemas IA para detección de anomalías, como
en pensiones o contratos.
Rendición
Pública y Denuncias Ciudadanas: Informes trimestrales ante la Asamblea y
plataformas digitales para denuncias, como la reciente iniciativa de la CGR.
Estas
medidas, respaldadas por expertos, restaurarían la credibilidad.
Conclusión: De la complacencia a la acción o reconstruir o perecer
La
CGR, concebida como baluarte contra la corrupción, ha sucumbido a su propia
inercia burocrática, permitiendo que casos como Cochinilla, Cementazo y SORESCO
drenen recursos vitales mientras el país enfrenta inseguridad y desigualdad.
Sus silencios no son estratégicos, sino cómplices, representando un colapso
institucional que amenaza la democracia costarricense. Como politólogo, exhorto
a la sociedad civil, legisladores y Ejecutivo: no toleremos diagnósticos
tibios. Demandemos acción jurídica inmediata (reformas legislativas y
judiciales) para intervenir de raíz. Si no, reconstruyamos desde cero una
institución alineada con el pueblo, no con las élites corruptas. Costa Rica
merece un centinela despierto, no dormido.
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