LA VOZ DE GOICOECHEA (Por MarĆa Beatriz MuƱoz RuĆz).- No sĆ© si soy mĆ”s rara de lo normal o mi mente va por libre, puede que sean tantas novelas e historias de vampiros las que me hacen ser mĆ”s imaginativa, bueno, he sido condescendiente al llamarme imaginativa, porque en realidad me monto unas pelĆculas que ni Spielberg en sus mejores aƱos.
A la mayorĆa de la gente, cuando ordena el almacĆ©n y encuentra un interruptor, no le da por pensar quĆ© encenderĆ” ese interruptor, el por quĆ© estĆ” ahĆ y si no sirve para nada, por quĆ© no lo han quitado; pero yo sĆ que pienso todo eso; el otro dĆa, mientras colocaba la nueva temporada de bolsos perfectamente ordenada por colecciones en mi parte del almacĆ©n, descubrĆ “el interruptor”, entonces me transformĆ© en el personaje de MĆ³nica, en Friends, me acordĆ© del episodio en el que ellos intercambia los apartamentos con ellas, y MĆ³nica no puede dejar de investigar quĆ© encendĆa el interruptor que estaba en la puerta. Pues mi interruptor era igual, lo encendĆ y apaguĆ© varias veces, escuchĆ© detenidamente por si se trataba de algĆŗn activador del aire o simplemente si escuchaba a alguien decir que su luz se habĆa apagado, inspeccionĆ© los alrededores del interruptor por si habĆa algo mĆ”s, pero nada, asĆ que no tuve mĆ”s remedio que seguir apilando bolsos y dejar el misterio para mĆ”s tarde.
Aquello se podrĆa etiquetar como una investigaciĆ³n no terminada producto de la casualidad, asĆ que no considero rara mi reacciĆ³n ¿o sĆ? ¿quĆ© habrĆais hecho vosotros?
Yo creo que hasta ahĆ podrĆa ser una persona normal, pero hoy ya he podido verificar que he leĆdo demasiado y que mi imaginaciĆ³n se halla demasiado desarrollada y desbordada.
Resulta que hoy tenĆa que hacer una dotaciĆ³n, es decir, pedir dinero a caja, nunca lo habĆa hecho, asĆ que mi compaƱera, me explicĆ³ cĆ³mo hacerlo. Todo iba bien hasta que me dirigĆ muy convencida de saber dĆ³nde estaba la habitaciĆ³n para mandar el tubito.
Todo controlado; a la derecha habĆa un probador, a la izquierda otro, pero yo sabĆa que la puerta debĆa estar por allĆ, asĆ que, sin ninguna duda, me dispuse a encontrar la puerta secreta.
Creo que lleguĆ© a contar cuatro probadores, debĆa ser el del fondo, ¡ahĆ estaba, seguro! Cuando entrĆ© en Ć©l, y vi el taburete que se encontraba a la derecha, mi decepciĆ³n se hizo patente, pero yo seguĆa convencida de que debĆa haber una puerta secreta, asĆ que comencĆ© a tocar la pared y a mirar a ver si habĆa algĆŗn pomo para abrir una puerta, pero no, asĆ que hice lo que cualquiera habrĆa hecho; pedir ayuda. Entonces, en un segundo, mi pelĆcula de investigaciĆ³n se convirtiĆ³ en uno de los hermanos Marx, me dio la risa, porque otra cosa no, pero en reĆrme de mi misma no tengo reparo, asĆ que toda digna me dirigĆ donde realmente debĆa haber ido antes. Y… ahora llega el dilema, el botĆ³n rojo, a mĆ siempre me han dicho que no pulse los botones rojos bajo ningĆŗn concepto, pero sin embargo, ahĆ estaba aquel botĆ³n rojo diciĆ©ndome que lo pulsara, y como yo no puedo resistirme a los botones rojos, lo pulsĆ©, y automĆ”ticamente la tuberĆa se chupĆ³ mi tubo, un minuto despuĆ©s mi tubo volviĆ³ a ser escupido con lo que habĆa pedido, casi empiezo a dar saltitos de alegrĆa, me hizo tanta ilusiĆ³n, que cuando recogĆ el tubo lancĆ© un gracias por esa larga tuberĆa en la que dudo que alguien me escuchara, asĆ que ahĆ estaba yo, feliz de haber realizado mi primera dotaciĆ³n y riĆ©ndome de todo lo que habĆa pasado por mi cabeza, tambiĆ©n preguntĆ”ndome ¿eso le pasa a la gente normal, o solo a mĆ? Y realmente me gustarĆa saberlo, porque lo mismo esas cosas tambiĆ©n le pasan a los demĆ”s y yo dejo de ser tan rara.
Bueno, por lo pronto, seguirĆ© investigando lo del interruptor de mi almacĆ©n, lo mismo abre alguna puerta secreta que me traslada directamente a la pasarela de Nueva York, ¿veis? Ya me he dejado llevar por mi imaginaciĆ³n.
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