Tuvo diecisiete hijos (dieciocho con el último de su madre al morir) y la mayoría con apodos…el tiempo se encargaría de la confusión que se le haría al mencionar a cualquiera de sus amados descendientes…
Por Gerardo A. Pérez Obando (GAPO)
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Fulgencio o Pule, Fortunato Segundo o Codito, Rafael Ángel o Chapel, Sara, Basilia o Gigia, Dominga o La Diferente, Gabriel o Toto, Guadalupe, Bernarda, Camila, María Virgen, Vicente, Estebana, Santos, Pedrina o Pipe, Benedicto o Nito y Santana.
Tomás o Mola fue el último hijo que doña Josefa concibió. Su salud se complicó y en la etapa de agonía Paulina no dudó en tomar una sábana para envolverlo y criar a su hermano menor como lo hubiese hecho su madre.
Daba lo mismo si estaban o no. Toda/os habían brotado de su existencia y la/os contaba como fruto de su alma, aunque no estuviesen de cuerpo presente y siempre les recordaba con algún tributo.
Sara nació muerta. Santana sucumbió poco después de su alumbramiento sin abrir los ojos. Dominga, “La Diferente”, de piel blanca, pelo rubio ondulado y ojos celestes nació y murió el día 7 del mes 7…al cumplir 7 años. Guadalupe nació enfermizo y débil por lo que nunca pudo levantase. Murió pocos días después de su inocente castración.
Bajo el ojo avizor de don Fermín siguiendo las enseñanzas de su padre y la comprensión de doña Paulina durante la preadolescencia de la muchachada la heredad se fue diversificando. A las cuatro de la mañana en el tosco comedor de la casona se acomodaban los platos para tomar café con tortillas palmeadas y “cuajada” preparadas por las mujeres quienes después de marcharse los hombres a sus faenas pasaban al corral a ordeñar vacas o desgranar mazorcas de maíz. Camila y Estebana se encargaban de la crianza de marranos.
Paulina no aceptaba el extraño consejo de su vieja conocida cuando la encontró atareada en la cocina. Le alabó su figura esbelta, pero a la vez reprochó que la escalera de siete retoños era una cola demasiado larga para el corto tiempo.
- ¿Por qué no te tomas una bala y dejas de tener hijos?
Esa noche escucho a Fermín decir que los hijos eran designios de Dios y no asunto terrenal.
Siempre apoyó a su esforzado esposo y nunca reprochó sus actos. Eso la motivó a traerse al dieciochavo hijo sin consulta.
Las ilusiones comenzaron a esfumarse conforme los hombres crecían. La primera sorpresa la encontró en la bohemia de Fortunato Segundo quien de un día para otro apareció tocando guitarra y llevando serenata a sus pretendientas. Recién había cumplido quince años cuando le observó levantando un albergue en los límites con la montaña. A los días apareció con una muchacha de su edad.
-Me la “robé” escuchó decirle mientras se escabullían.
A la joven no se le volvió a ver hasta que al noveno mes la partera anunció que en el parto había muerto madre e hija.
Doña Paula comenzó a refugiarse en la tranquilidad de las hijas y la pasividad de Fulgencio de quien siempre al llegar le preguntaba sobre las vivencias de ese día y después de escucharlo, decía:
- ¿Esperas que te crea?
No, sonreía Pule enrumbándose al comedor.
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